jueves, 14 de febrero de 2013

100 personas trabajan en el Iwatch

Apple, que próximamente va a celebrar su junta de accionistas, que le exigen mayores dividendos y más innovación, necesita otro producto rompedor, una vez agotados los efectos bursátiles que tuvieron el iPhone primero y el iPad después. La cadencia de fechas también coincide con un lanzamiento sonado, como sería un reloj con Internet, aunque no sería el primero en su clase (tampoco lo fue con el iPhone o con la tableta iPad). Si en 2007 presentó el iPhone y acabó con el liderazgo de los móviles inteligentes de Nokia,
 en 2010 estrenó la tableta iPad, e hizo olvidar que Microsoft
 yToshiba
 habían sacado algo parecido antes.
El iWatch llegaría años después que elSmartwatch de Sony
 o el italiano i'm watch.
Al igual que sucedió anteriormente, Apple contaría con la ventaja de un ecosistema propio y extenso, es decir, que los compradores de iPhone y de iPad (mucho más que los de Sony) completarían sus accesorios con este reloj, que, en algunos momentos (ejercicio físico, por ejemplo) supliría a los otros.
Un reloj, además, le dejaría también amplio margen de beneficio (el i'm watch cuesta 299 euros y el de Sony más de cien) y, a diferencia de los aparatos de televisión (otra de las opciones manejadas por Tim Cook), su mercado es mucho más amplio y dinámico. Mientras la renovación de televisores es baja, la del reloj ocurre anualmente y, cada vez más, diariamente. Más que en otros productos, hay un amplio sector de público que compra relojes de lujo, coleccionistas y unas modas que animan al cambio del accesorio.
Apple ya tiene experiencia poniendo aparatos en las muñecas, aunque de manera indirecta. Cuando lanzaron el iPod Nano, su reproductor de música, de sexta generación
de manera espontánea surgió un complemento que lo convertía en reloj de pulsera. Apple lo hizo cuadrado, sin la entonces característica rueda táctil para manejar el menú. La pantalla pasaba a ser táctil y cuando estaba en reposo mostraba un reloj. Al principio la empresa de la manzana lo rechazó. Poco después pasó a venderlo en su tienda, donde sigue, en cuero
y en caucho.

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