“¿Por qué mi padre puede ver mis fotos de la otra noche en la discoteca?”. “Seguramente, porque las subiste tú y no caíste en que le tienes como amigo y no pusiste ninguna restricción” . Este es un ejemplo, entre los muchos, muchísimos, momentos bochornosos que se pueden vivir en Facebook
. La mayor parte de los quebraderos de cabeza y disgustos en la red social tienen que ver con la privacidad. Dentro del servicio lo saben, de ahí que gran parte de sus esfuerzos se centren en mejorar este aspecto.
Baste con recordar cómo el pasado mes de septiembre, con la implantación de los nuevos perfiles, hubo una rebelión de usuarios al descubrir que conversaciones entre muros eran fácilmente accesibles solo con consultar el archivo cronológico.
Se evidenciaba así que con el paso del tiempo la percepción de la privacidad por parte de los usuarios había cambiado de manera notable. Una conversación personal en el muro no se concibe en estos momentos. No se trataba de un fallo de seguridad, sino de inexperiencia. Entonces Facebook dijo que los usuarios no estaban usando de manera correcta el servicio. Tenían razón pero a la vez es duro culpar a mil millones de clientes de un error de comunicación. La próxima implantación delGraph Search
, un buscador interno obligatorio para todos, en el que todo el contenido que sea público será mucho más accesible, puede potenciar los disgustos.
Antes de tener una nuevo estallido de usuarios, Facebook ha organizado un encuentro con Richard Allan, responsable de privacidad en Europa, expuso cómo a lo largo del tiempo la privacidad ha pasado de ser una opción que ajustar en la parte superior izquierda del perfil, a encontrarse en todos y cada uno de los objetos del perfil. “Antes eran necesarios cinco clics para decidir quién podía consultar alguna publicación. Ahora la privacidad está integrada en el diseño”, insistió, “tanto en el móvil como en el escritorio”.
Ahora la privacidad está integrada en el diseño
Sin embargo, la versión móvil no permite algo tan habitual como quitar una etiqueta de una foto. Allan matizó que están trabajando para que la experiencia desde el teléfono, ya más popular que desde el ordenador, sea similar. “Normalmente se tardaba un año en adaptarlo, pero vamos a ser más ligeros”, expuso.
El Instituto Pew acaba de hacer público que el 67% de los estadounidenses están en Facebook
. Sin embargo, de este estudio se desprende un leve desencanto. El 61% de los mismos ha sufrido un distanciamiento del servicio de más de una semana. Los motivos esgrimidos son diversos: desde “estar muy ocupado” (21%), a “dejó de interesarme” (10%) o considerarlo “una pérdida de tiempo” (10%). Tan solo el 4% dijo que se iba “por estar preocupado por la privacidad”. Y un 2% aseguró que prefería las relaciones en el mundo real. Hasta se refleja un 1% que abandonó por “motivos religiosos”.
El directivo no lo negó pero sí quiso matizar que su servicio permite tanto desactivar como borrar el perfil. “Nacimos como una página para estudiantes. Desde los comienzos se han tomado descansos, ya sea por vacaciones o por exámenes”, explicó. La desactivación permite algo así como darse de baja durante un tiempo, pero después se vuelve con todo tal y cómo estaba. El borrado es permanente, aunque con sus matices. En caso de arrepentimiento o error, hay dos semanas para arreglarlo. “Podría darse el caso de que no se cerrase el perfil en un ordenador público y un amigo gastase una broma de mal gusto, o que se tome una decisión precipitada”, aclaró. Después de 90 desaparece por completo el perfil, no queda rastro. ¿Por qué tres meses para que la información deje de estar en sus servidores? “Por motivos legales. Lo tenemos que guardar por si hace falta para alguna investigación”, respondió haciendo referencia a que alguien podría borrar su perfil con intención de ocultar un delito.
En caso de querer irse de Facebook sin perder los datos, fotos y comentarios, existe la opción de descarga del perfil en un archivo comprimido que permite consultarlo en el navegador. Esta medida se adoptó después de que un grupo de activistas, hasta 40.000, pidieran, como marca la ley de EEUU, el historial con todas sus acciones. “Teníamos derecho a cobrar por ello, pero preferimos mirar por nuestros usuarios y darles una opción fácil y segura”, insistió.
Instagram
, la popular aplicación de retoque de fotos, comprada por Facebook, ha protagonizado su último disgusto. Los cambios en los términos de uso, que permitían el uso de contenido con fines comerciales sin remunerar a los creadores, dieron la vuelta al mundo en diciembre. “Se trataba solo de una actualización de las reglas, como pasa en el resto de empresas. Las normas son similares a las de cientos de servicios”, se excusó.
Los Zuckerberg en la boda de una amigo.
El capítulo de leyendas urbanas del invento de Mark Zuckerberg es extenso. Uno, por ejemplo, es que se comparten los datos de usuario con los anunciantes. Allan fue tajante: “No vendemos esos datos. El anunciante acota por variables de sexo, edad, gustos, pero no sabe quiénes son los que verán el anuncio. La única forma de saberlo es si, una vez en el mundo físico, van a una tienda y le dicen que llegaron a través del anuncio de Facebook”. Otra también bastante común es la de la edad mínima de acceso. La norma global es de 13 años, salgo en España, donde es necesario tener 14 años.
Como curiosidad, explicaron qué sucede con el perfil de un usuario que muere. Si se solicita, la página personal se puede reconvertir en una página conmemorativa. La diferencia más notable, al margen de la evidente falta de actividad por parte del titular de la cuenta, es que solo pueden acceder a la misma quiénes fueran familiares y con amigos con anterioridad al deceso.
domingo, 10 de febrero de 2013
Las lecciones de privacidad de Facebook
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